lunes, 23 de febrero de 2015

Cementerio

Género: Reflexión

Era de mañana cuando Antonio estaba de pie en el cementerio. Nadie lo acompañaba, estaba solo observando el ataúd que aún no enterraba. Se encontraba inmóvil. No podía despegar los ojos del dichoso sarcófago. Su mente recordaba momentos de fracaso. Lo sentía como un veneno delicioso, pues creaba historias de que hubiera ocurrido si no hubiese fallado.

Era de mediodía cuando Antonio seguía en la misma posición. Se preguntaba porque su mirada no se apartaba de ese ataúd. Se convirtió en una obsesión confusa. Los mismos recuerdos se acomodaron en su mente dispuestos a no marcharse.

Era la pre-noche cuando Antonio ni siquiera sabía quién era. Su respiración era lo único que contenía vida en ese momento. Se soltó una lluvia ligera en todo el cementerio pero él ignoró las gotas de agua completamente.

Un trabajador del cementerio corrió hacia él cubriéndose con una tabla de madera.

-- ¡Debes sepultarlo de una vez!.- le gritó

La estatua viviente de Antonio no respondió, él trabajador se rindió y se fue.



- ¡Antonio, Antonio, despierta de una vez!.- la maestra lo llamaba

Se sobresaltó y miro desorientado a su maestra de ingles.

- ¿Puedes aportar algo de lo que hemos dicho?

Asustado, volteaba a las paredes en busca de una respuesta. Llego a la pizzara y vio algo escrito:

"pasado"

Alzó la mirada y observó a su maestra esperando su respuesta. Le parecía todo ilógico, como si estuviese dentro de un sueño.

- Debo sepultarlo. Si no lo hago yo también moriré.- respondió sin más al vacío.

viernes, 13 de febrero de 2015

Deliciosa Droga

Género: Reflexión

Mientras todos respiraban arcoíris, se abrazaban y se intercambiaban regalos por el esperado San Valentín, Octavio se refugiaba en la biblioteca. Tenía una hora libre ese día. La biblioteca era el único lugar donde podía estar tranquilo, el silencio en aquella sala era lo que más amaba mientras se sumergía en el mar de letras. Él casi no tenía amigos, el único amigo que llego a tener se había marchado a otra escuela.

Se encontraba leyendo un libro titulado: "El despertar del águila". Era su libro favorito, cinco veces lo había releído y aún le asombraba. Estaba en la página 27. Sus ojos caminaban de izquierda a derecha con alegría. Llego a la frase que siempre lo dejaba pensando.

..."Para algunos el amor será semejante a una droga deliciosa. La primera dosis es gratis. Después él individuo querrá una dosis constante. Pero le costara obtenerla. Con el tiempo querrá una dosis más fuerte. Se convertirá en un vicio letal. Al no conseguir su próxima dosis, podría morir en un mar de negrura. La segunda opción es la sobredosis"...

Siempre reflexionaba estas palabras, observaba a las personas que estaban juntos y como terminaban muy rápido sus relaciones, enojados y tristes. Se preguntaba si esa frase era verdadera.

Una chica entró a la biblioteca y llamó su atención. La chica tenia cabello blanco lo que hizo que recordara su serie favorita; Game of Thrones. Ella se sentó en la mesa de la esquina y saco un libro de su bolso. Al percatarse que libro era, Octavio se dirigió hacia ella.

- ¿Qué opinas de la pagina 27?.- Preguntó naturalmente

-- Las personas no buscan amor, buscan compañía. Temen a estar solas. Cuando estén cómodos estando solos, quizás busquen a alguien por amor.- Ella sonrío y alzo sus cejas.

- Eso es cierto, y en cuanto al párrafo de la metáfora de la droga ¿Qué opinas?.- Pregunto él que ya se había sentado junto a ella.

-- Supongo que nada en la tierra nada es infinito. Pero puedes creer que lo es.

Sus miradas se cruzaron. Tenía una explosión de colores en sus ojos. Octavio también vio su collar, un colgante con su nombre.

Su nombre era Pandora.

jueves, 1 de enero de 2015

Mágica Creación

Género: Fantasía.

Iban juntos de la mano por un camino de diversos multicolores. Los cielos proyectaban tres lunas y el aire era frío. Saber en qué lugar se encontraba Absalón era lo que menos le importaba, ella estaba a su lado. Su piel comenzó a experimentar sensaciones indecibles, como la suavidad del agua y al mismo tiempo lo ardiente de un fuego abrazador. En su interior poseía una vasija llena de mezclas de emociones pacíficamente mágicas, no había lugar para la ira. Ella se soltó y lo miró. La luz del sol fue absorbida por sus ojos verdes cristalinos. Lo abrazó y el cuerpo de Absalón sintió la naturaleza de un bosque, la brisa del mar y la suave humedad del amanecer. Sonrío como nunca, iluminado en aquel lugar misterioso.

Ella corrió retándolo a que la persiguiera. Él hacia todo lo posible por no perderla de vista, la mujer continuaba corriendo, volteando para atrás para asegurarse que él no se perdiera. En su recorrido los lugares que atravesaba eran extraños, increíbles, irracionales, pero indudablemente interesantes. La seguía rastreando, su alma se conectaba con ella. Se detuvo, lo esperaba descansando en un santuario. Un lago donde yacía su cuerpo.

Él entró lentamente, acercándose lo suficiente para ver lo hermosa que era. Jamás había visto algo igual. ¿De dónde provenía aquella mujer? Observo sus diminutas prendas azules, que solo cubrían sus partes intimas, dejando al descubierto su brillante piel blanca. También llevaba un collar con cuatro símbolos, solo pudo identificar tres, fuego, aire y agua. Ella no hablaba, su mirada le comunicaba todo, pero estaba convencido que no era muda.

Un cometa se dibujó en el cielo arrebatando la atención del hombre. Al volver a su interior lugar de enfoque se percato que ella no estaba. Sobresaltado salió del lago buscando su paradero, sus ojos llegaron a la arena, donde estaban sus ropas y huellas en línea delante de ellas. El espacio que lo rodeaba le anunciaba que le había entregado su más intimo tesoro, solo tenía que decidir si lo aceptaba o rechazaba.

Emprendió una travesía para encontrarla. Siguió sus huellas, conforme corría observaba el suelo lleno de pequeños brillantes luceros. No solo era eso lo que acompañaba su corrida, también contemplaba espirales de colores formados por un conjunto de los anteriores luceros. Frenó con rudeza. Desaparecieron sus huellas.

La encontró. Su mente capto la imagen más perturbadora de su vida. Atravesaron una lanza de madera en su abdomen, sus brazos tenían marcas de látigos. Por sus piernas corrían gotas de sangre y sus pies habían desaparecido.

Su vasija de emociones fue derramada, remplazada por un jugo exquisito de ira, habían lastimado a lo único que amaba en toda la existencia. Lo miró, que aún seguía con vida y pidió clemencia. El hombre la cubrió con hojas vegetales y se ordeno que debía protegerla.

Se encontraba aún en ese raro lugar. Con el tiempo descubrió que existían enemigos, bestias y plagas asesinas. Aprendió a defenderse, sabia a que se enfrentaba. Encontró un lugar seguro para ella, la alimentó, la cuido por muchos siglos.

Muchos conocían a esa mujer, se crearon leyendas en su nombre. Algunos solo querían aprovecharse de su magia, otros creían que era un milagro. Pocos sabían realmente quien era.

Un viajero le contó al hombre que ella era conocida por Gea.

Absalón solía llamarla: Tierra



sábado, 27 de diciembre de 2014

Pastel

Género: Reflexión.


- Papi yo quiero ese pastel.- Frank alegre señala con mucha alegría un delicioso pastel con cerezas.

--No hijo ese pastel esta envenenado.- El padre le responde con serenidad

-Pero de que hablas se ve delicioso.- Frank insiste.

-- Porque no vez este de acá.- El padre le señala un pastel de la orilla.

- !No papá yo quiero ese¡.- Frank empieza a llorar.

El padre con un rostro sereno, como si fuera dueño de la pastelería, apoya una rodilla y habla con su hijo;

-- No has probado ni siquiera el pastel.- El padre termina con una sonrisa motivadora.

Una familia llega. Vecinos. Luis, un niño de la misma edad que Frank ordena el pastel de cerezas. Lo empacan y marchan.

Frank enojado le grita a su padre.

- ¡Ya se llevaron mi pastel!.- Hace pucheros y se encoje de brazos.

Su papá incapaz de enojarse una vez más le dice;

-- Escoge el pastel de la orilla, te gustara.

- No se ve nada apetitoso.

-- Confía en mí.

Ambos intercambian miradas. Frank, el pequeño infante sabía que su papá nunca le fallaría o le mentiría. En el diminuto corazón de Frank supo que su padre siempre le daría lo mejor, aunque él no supiera la razón. Frank pide el pastel de la orilla y se van a casa.



- ¡Esta delicioso, es el mejor pastel que he probado!.- Grita Frank con su inusual voz chillona.

Su papá le sonríe. En eso alguien toca la puerta. Es la vecina, los que fueron anoche a la pastelería.

- Señor, perdone usted que lo interrumpa, pero a mi hijo le hizo daño el pastel que compramos ayer, le dio diarrea. Ya que usted es doctor ¿Me podrá dar algo para calmarle el malestar?.- Dice la madre preocupada.

El padre de Frank entra a buscar una medicina y comparte un guiño con su hijo. Frank se asombra un poco y sigue comiendo su pastel, que en un principio había rechazado.

Frank comprendió las palabras de su padre al crecer. Cada enseñanza por más simple que fuera, tenía una perspectiva única. Pero principalmente este recuerdo le vino a su mente el día de su boda.





sábado, 13 de diciembre de 2014

Pesadilla Tétrica

Género: Ciencia Ficción

Me despierta un hedor brutal, deprisa tapo mi nariz con mi mano. Estoy tirado en un cemento muy frío. Mis sentidos empiezan a recobrar vida. Estoy afuera de lo que parece una escuela. Me dispongo a buscar el origen del olor espantoso.

Cadáveres.

Me levanto asustado. Están por todas partes. Llenos de sangre. Distingo su vestimenta. Son....estudiantes. Una ráfaga de terror domina mi mente y empiezo a correr aturdido hacia atrás, ocasionando que me tropiece con varios cuerpos.

La luna se ha escondido, las estrellas están ausentes. Mis piernas se empiezan a tambalearse al correr por calles destruidas. Casas consumidas por el fuego, árboles caídos, paredes vacías. Me detengo, mi respiración me traiciona. En medio de mi cansancio observo un periódico en el escalón de la banqueta. Lo tomo y leo la primera plana.

Año 2018.

Reelección Triunfante.

Se decreta la "Reforma Renacimiento"



Un sonido atronador de una patrulla me vuelve a la realidad. Se dirige hacia mi. Emprendo una nueva carrera. La adrenalina me subyuga, corro como un león tras su presa. El vehículo pisa mis talones. Me desvió de la dirección del automóvil y tropiezo con mis propias piernas por el nerviosismo al máximo nivel. Me caigo de espaldas y llego a parar en una banqueta inclinada. El auto se detiene y salen dos hombres en cada puerta. Vestidos con una armadura negra moderna, llevan también un casco que les cubre toda la cabeza y el rostro.

- Ciudadano, queda bajo a resto según la Reforma Renacimiento. - Habla uno de ellos con voz de robot.

- Cualquier inicio de insurgencia causara su propia muerte, su cooperación es primordial.- Termina el otro acercándose.

¿Cómo pretendes escapar? Me regaño con crueldad. ¿Qué rayos está pasando? ¿Qué es todo este averno? El oficial extiende una mano con una esposas extrañas. En ese momento se escucha una pequeña bomba a unos metros, la tiró un muchacho a propósito, en consecuencia los hombres se distraen y voltean a la procedencia del sonido.

-!Huye¡.- Grita a todo pulmón el muchacho misterioso.

Sin pensar actuo y abandono el lugar. Solo escucho a mis espaldas sonidos de otras bombas y destellos con colores centelleantes.



He recorrido alrededor de tres manzanas. Estoy en el centro de la colonia. Camino cerca de las paredes y percato algunos graffitis, tienen frases en claves; 132, Ayotzinapa 43, Holocausto. ¿Qué significaran estas frases? Veo en las esquinas montañas de libros calcinados. ¿Qué razón se oculta tras esto? Más adelante se nota el reflejo de un mega televisor colocado en la pared principal de la colonia, todos pasan por aquí para ir al mercado, a la escuela, al trabajo, lo sé de alguna forma, el recuerdo es borroso. Están pasando un programa, hay un hombre hablando, está muy bien peinado y trae un traje blanco con una corbata roja.


"Una nueva nación, un nuevo futuro, un nuevo mañana. Esto es para ustedes, trabajamos para un mejor país. Con la nueva Reforma Renacimiento se decretara la esperanza a próximas generaciones"


Expone el hombre con una sonrisa exagerada, al final sale una mujer teñida rubia con un saco morado para acompañarlo.

Me alejo del televisor. He estado en este lugar antes, me da la sensación de reconocer todo. ¿Que verdades incógnitas hay bajo este cuadro de sangre y miseria? Pienso con una curiosidad de pánico. Los estudiantes muertos, las calles destruidas, la colonia en ruinas. ¿Qué es esta pesadilla? Mi piel se tensa y me aterro. Camino unos cuantos metros. El mismo olor que me despertó me empieza a llamar de nuevo. Sigo el olor, es más fuerte que el anterior que casi termino desmayado. Termino en una calle. Hubiera deseado nunca llegar aquí.

No logro contar cuantos cuerpos hay en total. Unos encima de otros, mutilados, con heridas de bala, con rostros azotados, con miembros destrozados. Tirados como basura. Adolescentes, miles de adolescentes muertos. Lagrimas se deslizan por mis mejillas y caigo de rodillas. La chispa del enojo provoca un incendio en mi interior. Me seco las lagrimas. He recordado donde estoy. Muchos huyeron de aquí como pudieron, otros fueron hechos esclavos para servir a los Puros- los que poseen dinero - Y el resto se unieron a los Metaors. Los que ayudan a huir a las voces inocentes.


Estoy en México.



Laberinto

Género: Memorias

Por años tracé laberintos de todo tipo. La mayoría simples, en blanco, vacíos. Otros interesantes, presentaron retos. Incluso algunos llegaron a ser engorrosos, lóbregos e inquietantes.

Un día descubrí otro tipo de laberinto. Decidí sumergirme en sus interjecciones contemplando las paredes majestuosas.

Me mate memorizando las encrucijadas, había ciertos días que cambian de posición. Velé noches observando estrellas y presenciaba las criaturas bioluminiscentes que reinaban en la oscuridad, formaban figuras ilógicas pero mágicas, se respiraba el aire de un sueño. Me topé con bestias extrañas indómitas, con carácter notable, no fue fácil enfrentarlos. Todos los días quedaba perplejo por las millones de frases escritas en las paredes, eran pensamientos profundos que lograban reflexionar mis pasos. Había fuentes de agua en centros de partida, donde siempre encontraba seres mitológicos cantando, bailando y riendo, una alegría pura. Algo que era un espectáculo; observar volar a lechuzas y búhos por los cielos cuando florecía el sol, esa misma estrella amarilla me fortalecía para continuar explorando los caminos, los músculos de mis piernas también sentían esa energía al ser zarandeadas por mi fuerza.
No me cansaba de explorar el laberinto, cuando mi mente creía haberlo resuelto, se abría un compartimiento desconocido hacia un nuevo recorrido. Ocurrían cambios climáticos muy a menudo, días soleados, atardeceres placenteros, tormentas, vientos feroces y nevadas. No podía creer como aún permanecía vivo. Nadie pasaba más de un día en ese sitio, algunas voces narraban por ahí, incluso se decía que hubo un tiempo donde ese laberinto lo recorrieron muchas personas, por fortuna no me tropecé con ningún corredor, me facilitó mi estudio constante.

Un día nublado encontré la salida, sin embargo existía algo que me detenía, era que aún me faltaban más senderos que recorrer o era demasiado asombroso para no abandonarlo. Lo cierto fue que me quede por mucho tiempo.

La primera vez que me enamore. Ella, mi laberinto privilegiado.